“Navidad con Jesús, la única Navidad verdadera”

“Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”  Lucas 2:34-35

Desde antes del nacimiento de Cristo, las Escrituras nos recuerdan que Jesús sería una señal que revelaría los pensamientos del corazón. Para algunos, Jesús sería piedra de tropiezo y espada que traspasa el alma; para otros, como para María, sería una bendición. Simeón lo anunció así a la madre del Señor: “He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel… para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”

Probablemente Simeón no imaginó que estaba profetizando una verdad que seguiría cumpliéndose hasta hoy, en cada rincón del mundo… y también en el Perú. ¿Por qué lo digo? Porque cada fin de año, en nuestro país, la Navidad coincide con el inicio del verano. Las familias viajan a los balnearios, aprovechan los feriados y buscan momentos de descanso. Todo eso es bueno, hermoso y necesario.

Sin embargo, también es evidente que la prioridad de muchos cristianos ha cambiado. En mi niñez, la Navidad era una celebración profundamente espiritual para los creyentes. No importaba si el 24 caía en domingo o en un día de semana: ese día se realizaba un culto especial, la iglesia se llenaba de hermanos deseosos de adorar juntos al Señor. La escuela dominical preparaba sus números con el nacimiento en vivo, el coro presentaba sus mejores villancicos e himnos, y toda la congregación vivía la adoración con gozo. No debería extrañar recordar esos tiempos… pero los tiempos han cambiado, o mejor dicho, las personas han cambiado. Por eso este pasaje sigue siendo tan actual:

La Navidad revela dónde realmente está nuestro corazón.

El nacimiento del Salvador suele quedar relegado, y la fiesta se convierte simplemente en un día familiar. No lo digo como un juicio, sino como una invitación amorosa de parte de Dios, que nos llama a volver a lo esencial: Jesús es el centro de nuestra celebración.

A lo largo del ministerio de Juan el Bautista y, luego, del mismo Jesús, la Biblia muestra que el reino de Dios siempre confronta nuestras prioridades. Jesús es una señal de salvación, pero también una señal que muchos dejan de lado. Esta resistencia quedó clara desde los tiempos de Israel, y continúa hoy, cuando la sociedad celebra fiestas muy alegres… pero sin el Dueño de la fiesta.

Aun así, Cristo sigue siendo para nosotros la Piedra angular, la base firme sobre la cual se edifica nuestra vida. 

Él mismo dijo: “La piedra que desecharon los constructores ha venido a ser la piedra angular… y es maravilloso a nuestros ojos.” Mateo 21:42.

Estas palabras no buscan asustarnos, sino recordarnos que una vida que se apoya en Cristo nunca se derrumba, y que ponerlo a Él en primer lugar nos da estabilidad, propósito y gozo verdadero. Por eso, en estas fechas, más que nunca, como creyentes somos llamados a darle a Jesús la prioridad que merece: Buscarlo con un corazón dispuesto. Congregarnos con nuestra iglesia. Recordar juntos que Dios se hizo hombre para salvarnos. 

Que esta Navidad nuestros pensamientos sean revelados no para vergüenza, jamás para tropiezo, sino para volvernos con amor al Señor que vino a nosotros, y que sigue llamándonos a vivir cerca de Él y de Su pueblo.

Con mucho amor:

Martha Vílchez de Bardales

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