Parado en la puerta del templo

“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este. Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.” Jeremías 7:1-7

El día de hoy varias iglesias hermanas ya abrieron sus templos y empezaron sus cultos respetando todas las medidas y protocolos de bioseguridad. Sólo se pueden recibir a un tercio de fieles, de acuerdo al aforo de los templos y según las normas dispuestas por el gobierno. Muchos extrañamos los cultos dominicales donde la congregación unida se reunía para dar gloria a Dios y escuchar su Palabra. Cada vez esta posibilidad está más cerca de todos.

En este capítulo Dios le dijo a Jeremías que predicara un mensaje fuerte de exhortación parado justamente en la puerta del templo. No me imagino a mi esposo como pastor, parado en la puerta de nuestro templo, (no adentro sino afuera) gritando a la multitud. Jeremías hizo eso por orden directa de Dios, seguramente necesitó bastante coraje y facilidad de palabras para dar su sermón sin ninguna ayuda tecnológica, sólo su voz.

Cuando éramos jóvenes estudiantes del seminario, solíamos ir al centro de Lima a evangelizar, no íbamos solos, nos acompañaba en esas misiones, un grupo de música andina, después de llamar la atención de las personas, Miguel arrancaba con el mensaje, estudiantes, universitarios, empleados, etc. se quedaban escuchando y yo, toda entusiasta, repartía los folletos bíblicos. Anécdotas del ministerio. Pero el punto es que no era fácil hablar en un campo abierto.

Me imagino a Jeremías predicando a las multitudes de personas que caminaban, tratando de llamar su atención, me sigo imaginando a los sacerdotes y religiosos de esa época deteniéndose a escuchar por pura curiosidad, pero no dispuestos verdaderamente a oír la palabra de parte del Señor.

No fueron pocos los que escucharon a Jeremías, es muy probable que el día que él escogió para pararse en la puerta del templo fue durante uno de los festivales religiosos, como la Pascua o la Fiesta de los Tabernáculos, cuando toda la nación venía a Jerusalén a adorar. ¡Entonces habría más gente afuera que la que cabría en el templo! y ¿Cuál fue el título del sermón? Se preguntarán.

El título del sermón fue: “Mejorad vuestros caminos y vuestras obras”

Y ¿Cuál era el objetivo del sermón? Pues el ofrecimiento de Dios de no juzgar a Judá si ellos se arrepentían, no sólo en palabras, sino que también en sus caminos y obras.

Pero les hago una pregunta, Dios le pidió a Jeremías que se parara en la puerta del templo, ¿para que el mensaje sea oído por más gente que la que entraba en el templo?, ¿o tenía otra razón en mente? ¿Qué creen ustedes?

La respuesta está en los versos que siguen: “No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este.”

Los religiosos y todos los habitantes de Judá llegaron a creer que bastaba reunirse en el templo para estar bien con Dios. Para ellos el templo era tan divino como Dios, por eso acomodaron su religión a un día a la semana, y los demás días eran para ellos, para divertirse con las costumbres de las otras religiones, más tolerantes y no tan restrictivas. Un día para el templo, y seis días para nosotros.

Para ellos, por lo tanto, la adoración del templo era un poco mejor que un amuleto para evitar el mal.

Por eso Jeremías los tuvo que reprender, el asistir al templo, cumplir con los ritos, es decir la religión externa, no les servía de nada sino mejoraban sus caminos y sus obras. Judá y sus hijos declaraban: “Templo de Jehová, templo de Jehová” como decir, por si acaso estoy cumpliendo en venir a la Casa de Dios, pero sus corazones estaban lejos de Dios. Por eso Jeremías se tuvo que parar en la puerta para gritar la indignación de Dios.

El día de hoy algunos también repetimos algunas frases parecidas a esta declaración de los judíos, decimos: “Yo voy a la Iglesia”, “Yo soy evangélico”, “Yo soy cristiano”, “Yo soy conservador”, “Yo soy bíblico” etc. Pero ninguna de estas cosas no hacen justos delante de Dios, sólo una fe y arrepentimiento verdadero, sólo una comunión íntima y permanente con el Señor.

“El hombre puede hacer los ritos más sagrados, y sin embargo perpetuar los crímenes más grotescos” (Meyer)

Los templos evangélicos ya se empezaron a abrir, muchos creyentes podremos alegrarnos por la bendición de congregarnos en su casa de oración, oremos hermanos para que lo hagamos con alegría, con fidelidad, y con la expectativa de ver una congregación diferente, todos somos sobrevivientes y creo que eso nos hace una familia espiritual agradecida y llena de esperanza de los nuevos tiempos como Iglesia del Señor.

Disculpen que no pude escribir tres días, mi mamá está delicada de salud, les pido sus oraciones por ella. Confío en Dios que no permitirá que ella sufra. Ella me enseñó a amar la Casa de Dios, me enseñó a desear con todo el corazón habitar en los atrios de Jehová, ahora con sus noventa y seis años se que está preparada para congregarse en otro lugar mejor, la Patria Celestial.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales