Carrera para los fieles

“Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? ” Jeremías 12:1

En este capítulo Jeremías le hace preguntas a Dios. ¿Por qué a los malos les va tan bien? ¿Por qué todos los traidores se salen con la suya? Dios respondió a cada pregunta con paciencia y es lo mismo que hace con nosotros cuando cuestionamos sobre los sucesos que ocurren y no entendemos.

De adolescente le hacía muchas preguntas a mis padres, y parecía que la respuesta era igual para cada caso. Ellos me decían: “Dios tiene propósitos perfectos, quizá ahora no lo entiendas, pero te aseguro que está obrando aunque no lo veas”. Gracias al Señor que a través de los años fui testigo que la respuesta de mis padres, era en realidad, la respuesta de Dios, y hoy declaro la misma confesión de fe. Dios está obrando de maneras invisibles, incluso las circunstancias más sombrías están delante de sus ojos, sin embargo convertirá todo eso en bendición, porque a los que le aman todo ayuda a bien.

Para Jeremías era difícil aceptar que los malvados se salgan con la suya, ¿Acaso no ha pasado por tu cabeza el mismo fastidio? Ver que los tramposos se hacen ricos, los egoístas se vuelven poderosos, y los mentirosos son admirados. El profeta Habacuc se hizo la misma pregunta:

”Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar el sufrimiento. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos?” Habacuc 1:12-14

Y también el salmista se quejó ante el poderío de los traidores: “Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados.” Salmo 73:1-3

En cada caso Dios tenía un buen propósito en camino que era mucho más grande que la aparente injusticia.

Jeremías sabía que el juicio de Dios estaba a punto de caer sobre la nación, ¡ya había empezado! La sequía era fuerte, el alimento escaseaba, y encima sus paisanos de la ciudad de Anatot habían empezado a conspirar contra él. No sólo eran sus vecinos, muchos de los que buscaban su mal ¡eran sus propios hermanos! Por eso Jeremías se preguntó: ¿Por qué Señor, por qué?

Más de una vez le hice ese tipo de preguntas al Señor: ¿Por qué me han dado la espalda? ¿Por qué se enfermó mi hijita? ¿Por qué has permitido esto tan duro? ¡Señor siento que no podré resistir este dolor!

Cuando somos probados no podemos evitar hacernos muchas preguntas, pero es peor si ves que la gente que desprecia a Dios tienen prosperidad y son exitosos, esta injusticia sacude el corazón. ¿Cómo es que Dios permite que sucedan estas cosas? ¿Por qué permite que el malvado se ría de los hijos de Dios? Como cristianos debemos tener límites y no permitir que los pensamientos vanos dominen nuestro corazón, por eso Jeremías aunque estaba enojado, desde el principio reconoció que Dios era completamente Justo.

Es verdad que como seres humanos podemos flaquear en la fe, pero Jeremías me da un ejemplo claro de cómo es la actitud de una persona que teme a Dios:

• Jeremías quería hacerle una pregunta a Dios, y lo hizo de una manera apropiada. Puedes preguntarle a Dios qué propósito tiene en lo que te sucede.

• Jeremías primeramente, reconoció que Dios era Justo. Aunque te entristezca la prueba, nunca olvides que Dios es Bueno.

• Jeremías vio que los malvados eran prosperados y eso lo indignó, no negó sus sentimientos. No niegues tus sentimientos porque nadie puede mentirle al Señor.

• Jeremías comprendió que la ley divina tenía un juicio para ellos. La Palabra tiene promesas de bendición, pero también juicios para el desobediente.

• Jeremías oró clamando al Señor para que empiece su proceso de juicio. Lo que te toca hacer cuando eres probado es orar con mayor pasión y sin cesar.

¿Cómo respondió el Señor al profeta? Dios lo animó diciéndole que los desafíos que padecía eran como la preparación para los retos más grandes que estaban por venir.

Nuestra vida cristiana es ciertamente un reto, una competencia, donde no podemos dejar de correr, la meta esta señalada y aunque te canses, debes seguir, cada tramo parece lleno de baches, aparecen demonios que ponen trabas y te gritan que ya perdiste, no obstante, Dios se hace presente, te da su agua viva y ahora tienes las fuerzas para continuar, lo mejor de todo es cuando superas uno de esos baches, te das cuenta que Dios fue quien hizo posible tu victoria, pero la carrera no ha terminado, entonces sigues con fe porque sabes que él nunca soltará tu mano.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales