El canto que abrió los cielos
- IB La Molina
- hace 24 minutos
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āY repentinamente apareció con el Ć”ngel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decĆan: Ā”Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!ā Lucas 2:13-14

āĆngeles cantando estĆ”n tan dulcĆsima canción, las montaƱas su eco dan, como fiel contestación: Ā”Gloria, gloria a Dios en lo alto!ā Este fue uno de los himnos favoritos de mi niƱez. El templo retumbaba y las bancas parecĆan temblar por el sonido fuerte de las voces que cantaban a todo pulmón, dando gloria a Dios. Mi padre solĆa decir:
āCuando el coro del cielo descendió a cantar, fue porque el Rey del cielo descendió a salvarā. Y cuĆ”nta razón tenĆa.Ā
Este cƔntico angelical no fue un adorno poƩtico de la Navidad, sino un anuncio solemne de uno de los acontecimientos mƔs grandes de la historia: Dios hecho hombre, descendiendo para reconciliar consigo a un mundo perdido. Meditemos en el mensaje de gloria y paz, cantado por el coro celestial:
Los Ć”ngeles proclamaron dos realidades eternas: Dios recibe gloria y los hombres reciben paz.Ā
Ellos dijeron: āY en la tierra pazā (eirÄnÄ), āa los hombres en quienes Ćl se complaceā (eudokia). La traducción de la NVI lo expresa con claridad: āpaz a quienes gozan de su buena voluntadā. Esto es muy importante: no se trata de la buena voluntad de los hombres hacia Dios, sino de la buena voluntad de Dios hacia los hombres.Ā Es el favor de Dios descansando sobre su pueblo.Ā
La Reina-Valera dice: āpaz, buena voluntad para con los hombresā. Pero esta paz no es universal ni automĆ”tica. La Escritura enseƱa que la paz de Dios se concede a quienes creen, pues solo ellos pueden agradarle. Como afirma Hebreos 11:6: āY sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Ćl existe, y que es galardonador de los que le buscanā.
La paz que Cristo compró: āĀ”Paz en la tierra!ā, no es una paz superficial ni pasajera. Es la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento: paz entre un Dios santo y el hombre pecador,Ā paz comprada por Cristo con su propia sangre, paz ofrecida gratuitamente a toda la humanidad, paz que, una vez recibida en el corazón, transforma nuestras relaciones y que un dĆa llenarĆ” toda la tierra.
ĀæPara quiĆ©n es esta paz?Ā Es importante aclararlo: esta paz no se concede por buenas obras. La salvación āno es por obras, para que nadie se glorĆeā (Efesios 2:9).
Gloria a Dios en lo Alto es un cĆ”ntico que debe continuar: El mensaje navideƱo de los Ć”ngeles deberĆa animarnos a cantar todo el aƱo. Su cĆ”ntico fue primero ascendente: āGloria a Dios en las alturasā, y luego descendente: āpaz en la tierraā.
Ese es tambiĆ©n el orden correcto de nuestra vida cristiana: cuando Dios es glorificado, la paz fluye hacia nosotros.Ā
Si Dios ha obrado en tu corazón, si eres objeto de su favor, entonces tienes un cĆ”ntico que cantar. La mejor parte ya te ha sido dada. PermĆtanme agregar algo mĆ”s, con amor pastoral: es muy difĆcil experimentar esta paz si no cultivamos una comunión diaria con el Salvador. La paz que Cristo ofrece se fortalece cuando permanecemos cerca de Ćl, en oración, en Su Palabra y en comunión con el cuerpo de Cristo. Congregarnos no es una obligación frĆa, sino una oportunidad hermosa para darle gloria a Dios juntos, para adorarle, para recordar quiĆ©n es Ćl y quiĆ©nes somos nosotros en Ćl. AllĆ nuestra fe se afirma y nuestra paz se renueva. Que en esta Navidad,y durante todo el aƱo, no dejemos de unirnos al cĆ”ntico de los Ć”ngeles: Gloria a Dios en las alturas⦠y en la tierra, paz.
Feliz Navidad
Martha VĆlchez de Bardales





