¡Comerán y sobrará!
- IB La Molina

- 13 abr 2021
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"Vino entonces un hombre de Baal-Salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová." 2 Reyes 4:42-44

Hoy encontré un devocional que escribí como hace 20 años atrás, es la historia de Eliseo y el milagro de los panes que fueron multiplicados para alimentar a una multitud.
Los profetas, sacerdotes y siervos del Señor en el Antiguo Testamento, mostraron en sus acciones algunos de los caracteres de nuestro Señor Jesucristo, algunas de esas señales las podemos notar en esta bella historia.
Eliseo era un profeta que se comportaba como padre espiritual de sus discípulos, no sólo les enseñaba la Palabra, sino que siempre estaba preocupado por proveerles lo necesario para vivir. En esa época había escasez en la tierra, por la maldad de los que habitaban en ella, y esta carencia continuó siete años, tan largos como los de la época de Elías. Eliseo tenía a los hijos de los profetas sentados delante de él para oír su sabiduría, a quienes se les enseñaba para que pudieran enseñar a otros.
Un día, vino un hombre de Baal-Salisa (Dueño de Salisa) trayendo al profeta Eliseo veinte panes de cebada de los primeros frutos maduros de su cosecha y un poco de grano nuevo. Eliseo estaba en Gilgal, se cree que Baal-Salisa estaba cerca de Gilgal.
¿Quién era este hombre de Baal- Salisa? Su identidad simplemente no se da. Pero puede representar a muchos creyentes incógnitos, fieles ofrendantes que quizá no estén en el salón de la fama, pero que sí tienen una corona en la Patria Celestial.
Este hombre desconocido dio de su propia provisión, como un día me enseñaron, lo que compartes con el pobre, es visto por Dios y Él nunca lo olvidará: "Porque Dios no es injusto para olvidar tu obra y el amor que has mostrado hacia su nombre al ministrar y todavía ministrar a los santos" (Hebreos 6:10).
Estos panes de primicia fueron traídos exclusivamente a Eliseo. Les explico, lo que sucede es que normalmente, estas porciones estaban reservadas para Dios, es decir para los sacerdotes y levitas ( Números 18:13 ; Deuteronomio 18: 4-5 ). Como la religión en el Reino del Norte era apóstata, su dueño había llevado los panes a quien él consideraba el verdadero depositario de la religión piadosa en Israel: Eliseo. Un profeta como él, era considerado el receptor de Dios mismo.
Este era un regalo nada despreciable, sobre todo cuando la escasez era grave. ¿Qué creen que hizo Eliseo con esa deliciosa provisión? No la guardó en su despensa, no la reservó para su familia, ni siquiera separó un poco para él. Eliseo dijo: “Da a la gente para que coma.” Eliseo fue un siervo de Dios que habiendo recibido gratuitamente, también dio gratuitamente. Eliseo de inmediato ordenó que todo fuera puesto delante de los hijos de los profetas, no reservándose nada para él.
Mi madre fue una mujer generosa, ella enseñó con su ejemplo el maravilloso don de compartir. No es que ella fuera rica, pero tenía el don de la liberalidad, es decir, de repartir el fruto de su trabajo y lo hacía con tanto amor, nunca olvidaré su desprendimiento
Pero sigamos observando a Eliseo, él le dio la orden a su siervo para que alimentara a los cien discípulos con la ofrenda recibida, esto le pareció inaudito al débil en la fe, pero Eliseo sabía que Dios haría que alcance y hasta sobraría. Y así fue, los cien hijos espirituales fueron saciados satisfactoriamente y hasta sobró. Este hecho asombroso anticipó el gran milagro de Jesús de alimentar a los 5,000.
Eliseo repitió las palabras que Dios le dijo: “Comerán y sobrará”: Dios promete no solo proveer, sino proveer más allá de la necesidad inmediata. Eliseo confió en la promesa de Dios, actuó de acuerdo con ella y vio que la promesa se cumplió milagrosamente. Nada puede limitar el poder de Dios.
Dios usó a un joven misionero peruano llamado Moisés para animarme a creer nuevamente en la provisión milagrosa de Dios, aún en medio de la pandemia. Me escribió preguntándome: ¿podrán ayudar a los niños de las comunidades alto andinas con sus útiles escolares? Dios puso la respuesta en mis labios y estoy viendo a gente conocida y desconocida ofrendando para esos niños, ellos son los fieles dadores, como el desconocido que le trajo el pan a Eliseo. Ellos ya tienen una corona en el cielo.
Se que Dios multiplicará lo que hasta ahora tengo y sobrará para muchos niños. Espero tus oraciones.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales









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