Confiar solo en Dios

“Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón;

Dios es nuestro refugio. Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón; Pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada. No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas. Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder, y tuya, oh Señor, es la misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.” Salmo 62:8-12

El gobierno de los hombres sin temor a Dios sólo trae aflicción, eso es cierto, pero aunque el nuevo gobernante sea un ferviente católico practicante, que prometa un régimen justo, eso no significa que nuestra esperanza estará parcializada en esa persona. El salmista nos da una exhortación a confiar en Dios y no en las personas.

David, el autor de este salmo, experimentó todo tipo de relaciones con muchas personas antes de ser ungido como rey, y después como gobernante de su nación. Por ejemplo convivió con los que estaban en el poder cuando todavía era un adolescente y pastor de ovejas, en esa época tuvo que aprender a escapar de un gobernante celoso y cegado por la envidia, aunque era consciente que éste era un ungido de Dios. Pero también ocupando el cargo más importante como rey, sufrió la pena de verse rodeado de amigos interesados que sólo lo acompañaron para traicionarlo, por eso este salmo se basa en su experiencia personal, él llegó a la conclusión que el único digno de confianza es Dios y por eso nos enseña a aprender a confiar en él en todo momento.

Las experiencias de David lo llevaron a afirmar que sólo Dios, es digno de confianza; y con esa experiencia de vida nos exhorta a todos nosotros a hacer la misma prueba, pero ojo, esta enseñanza no es para que nos llenemos de dudas con respecto a las personas que amamos, yo no podría ser feliz si estoy a la defensiva pensando que no puedo confiar en mi familia. Lo que David nos enseña es que él encontró la bondad más alta, la misericordia gratuita, el perdón sin límites y el amor sin medida en Dios, y por eso nos anima a buscar en él nuestra seguridad.

“Pueblo, derramad vuestro corazón ante él”

¿A quién acudes cuando quieres abrir tu corazón? Cuando los sentimientos del corazón quieren salir, el mejor lugar donde derramar nuestros pensamientos cargados, problemas, deseos, tristezas y alegrías es en altar de Dios. No hay un deseo que Dios no pueda satisfacer; no hay un problema que Dios no pueda aliviar; no hay dardos de fuego que nos toquen cuando Él nos defiende, no hay una necesidad espiritual que Dios no pueda llenar completamente. David nos hace entender que Dios es capaz de hacer todo lo que ni un padre, madre, hermano, amigo o incluso un pastor o gobernante prometa hacer por ti, sólo Dios puede atender nuestra verdadera necesidad.

Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón;

Pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada. David nos hace reaccionar también sobre la actitud de los hombres, nos dice literalmente, que todos los seres humanos son vanidad. Es que en los grandes asuntos que nos atañen, no podemos depender de los hombres, nuestra esperanza, nuestra confianza, no puede estar en un gobernante o en el más capaz de los sabios, sólo debemos confiar completamente en Dios. Nuestra dependencia es en Dios y su Palabra.

Pero es interesante que David siendo rey, habla de no confiar en las personas que están en alta jerarquía como reyes, príncipes o gobernantes, y esto lo dijo, cuando él mismo ocupaba el más alto cargo, creo que fue porque él mismo se evaluaba y concluía que sus propias prioridades estaban salpicadas de vanidad

No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.

David, como hemos visto, basó esta enseñanza y advertencia en su experiencia personal, él vio a muchas personas avanzar a través de actividades egoístas y deshonestas. Él fue testigo de que la ambición sólo trae más corrupción, por eso nos advierte en contra de esto, el resultado jamás justifica la maldad utilizada para obtener ganancias.

David experimentó ser un cuidador de ovejas en su juventud, fue un joven que vivía con poco materialmente y era feliz, pero cuando llegó a ser rey, se volvió un hombre muy rico. Este hombre rico nos dice que es una necedad colocar el corazón en las riquezas, las posesiones no deben ser la fuente de tu alegría, el motivo de tu orgullo, la seguridad de tu vida o la esperanza de tu futuro, es mejor confiar en Dios que nunca nos dejará.

Tenemos que orar, actuar y esperar en Dios, sólo en Él es firme nuestra confianza

Con amor

Martha Vílchez de Bardales