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Cuando la tormenta entra al hogar

  • Foto del escritor: IB La Molina
    IB La Molina
  • 25 sept
  • 3 Min. de lectura

“Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes.” 

Proverbios 27:15

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Peor que gotera en día lluvioso, es la persona que por todo pelea. Estos últimos dos meses en Dallas han sido días soleados, con un cielo profundamente celeste y nubes tan blancas que parecían algodón, tan diferente a mi querida Lima con sus nubes oscuras.

Pero en la última semana ocurrió un cambio radical. Habíamos salido con mis hijos a almorzar a un restaurante, y al mirar por la ventana, el cielo se transformó completamente: las nubes se tiñeron de gris oscuro y el sol desapareció. Entonces mi yerno me dijo: “Mamá, tenemos que regresar pronto, la tormenta va a empezar”.

No habíamos subido ni un minuto a la camioneta cuando se desató un diluvio impresionante. Como dice la Biblia, era como si se hubieran abierto las compuertas de los cielos; el agua caía con fuerza y los truenos y relámpagos parecían anunciar que alguien estaba molesto.

En ese momento no pude evitar pensar: “¡Oh! Y pensar que el proverbio compara esta lluvia interminable con la mujer rencillosa”.

El hogar puede ser un refugio de paz o un lugar de tormenta. La Palabra compara a la esposa que discute y contiende sin descanso con una gotera constante: molesta, desgasta y roba la paz. En cambio, los Salmos 127 y 128 nos muestran a la mujer como una vid llena de fruto, es decir, una bendición abundante para su familia.

En tu hogar, tu mujer será como una vid llena de uvas; tus hijos, alrededor de tu mesa, serán como plantas de olivo. De esa manera será bendecido el que teme al SEÑOR.

Estoy tomando los temas para las esposas porque como dice la Palabra podemos ser la bendición más grande de nuestras familias o la tormenta que sólo provoca confusión y dolor. Somos como la lluvia incesante o la gotera continua cuando nos quejamos constantemente, cuando reclamamos por todo, cuando hacemos comparaciones con otras familias, cuando no queremos sentirnos perdedoras y seguimos discutiendo para tener la última palabra, cuando usamos palabras hirientes o nos hacemos las resentidas para manipular al esposo o a los hijos. 

Hermanas amadas, la gotera  no destruye de golpe, pero con el tiempo perfora, daña y arruina lo que vale, así sucede cuando en vez de ser como un día soleado nos convertimos en esposas que atormentan con actitudes cargadas de negatividad y fastidio nos asemejamos al versículo que dice:. “Una mujer pendenciera es como una gotera permanente en tiempo lluvioso; tratar de detenerla es como querer parar el viento o retener el aceite en la mano.” Proverbios 27:15-16

Gracias a Dios que la Palabra nos enseña a cambiar las formas negativas del carácter iracundo y nos dice cómo actuar o lo que debemos cultivar diariamente:

  • Hablar con gracia y sabiduría (Prov. 31:26).

  • Practicar gratitud en lo pequeño (1 Tes. 5:18).

  • Ser ayuda idónea y apoyo sincero (Prov. 12:4).

  • Orar para que Dios edifique nuestro hogar (Sal. 127:1).

  • Cuidar el ambiente del hogar con amor y gozo (Prov. 31:27).

La vid no solo da fruto, sino que refresca, alimenta y alegra. Así es la esposa que se deja llenar por Dios: transmite vida en su casa. Queridas esposas el Señor que te salvó no desea que tu voz suene como gotera que incomoda, no quiere que grites como si de tu boca salieran truenos que dan miedo, sino que tu voz sea como canto que alegra. No que seas carga, sino bendición. Si dejamos que Dios edifique nuestro hogar, entonces seremos como la esposa del Salmo 128:3: En la intimidad de tu casa, tu esposa será como una vid con muchas uvas; alrededor de tu mesa tus hijos serán como retoños de olivo.

Oremos: Señor, te entrego mi carácter y mi manera de hablar. Perdóname por las veces que he sido gotera continua en mi hogar. Hazme una vid fructífera, que dé gozo, paz y bendición a mi esposo y a mis hijos. Edifica Tú mi casa, porque si Tú no edificas, en vano trabajo yo. Amén.

Con amor

Martha Vilchez de Bardales

Si los devocionales han bendecido tu vida y deseas apoyar la obra que el Señor nos ha confiado, puedes hacerlo con una ofrenda de amor a las siguientes cuentas de ahorros:

  • Cuenta en soles: 0011-0145-0200449680

    CCI: 01114500020044968004

  • Cuenta en dólares: 0011-0145-0200449699

    CCI: 01114500020044969904

  • Yape: 998392845

Gracias por sembrar en este ministerio. Tu generosidad nos permite seguir compartiendo la Palabra de Dios y alentando a muchas mujeres y familias.


 
 
 

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Av. 7, 580 La Molina

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Celular: +51 998 392 869

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