Cuando te sientas confundido

"En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad." Salmo 31:1-5

¿Te sientes confundido por todas las cosas que están ocurriendo a causa de la pandemia? Escuché a un pastor comentar su pena y confusión por tantos miembros de su iglesia que fallecieron, una amiga también expresó su dolor y confusión por lo mismo, y cuando recibo tantos mensajes en mi celular anunciando, por ejemplo, que una hijita espiritual está buscando con desesperación una cama UCI pero es una más, de los dos mil que están en la misma condición, también siento que la confusión me quita esperanza.

La palabra confusión viene del latín confusĭo, es la acción y efecto de confundir, mezclar o fundir cosas diversas, perturbar los ánimos, equivocar la noción de las cosas . Cuando estás confundido tu ánimo está turbado, y por lo tanto pierdes la orientación lógica, incluso la memoria y se cae en un estado de estupor.

Este hermoso Salmo se hace imprescindible para los que estamos a punto de sucumbir a la confusión. David empieza diciendo: “En ti, oh Señor, pongo mi confianza.”

Dios es el fundamento de la vida del cristiano. Podemos estar preocupados, hasta decepcionados por las cosas que vemos, pero en estos momentos de debilidad es cuando más tenemos que apelar orando a Dios.

Para David, su firme confianza en Él; en su carácter; en sus promesas; en su capacidad para librarlo en tiempos de peligro fueron el piso que no lo dejaba caer.

"No sea yo confundido jamás." David quizá estaba al límite de su estabilidad emocional, como muchos de nosotros, pero al declarar esta frase, lo imagino casi gritando: ¡Yo se que tu Señor no me defraudarás, no tendré que avergonzarme porque me has abandonado, tú Señor eres en quien confío! En el tiempo de la prueba más dura, podemos confiar en Dios.

David ya declaró su confianza en Dios, pero todavía se siente algo confundido, entonces le pidió al Señor: “Inclina a mí tu oído”, este es un pedido urgente porque otra vez siente que le vuelve a faltar oxígeno y pide: ¡Líbrame pronto, sin demora! O apresúrate a librarme. Es correcto orar para ser liberado de todo mal.

“Sé tú mi roca fuerte” Prefiero que tú seas mi Torre fuerte donde pueda habitar segura. Cuando estoy contigo, siento que habito en un palacio fortificado.

“Sácame de la red”. David se sintió fuerte y seguro, pero de pronto vio que todavía tenía redes que lo atrapaban. Esas redes fueron colocadas por enemigos que lo hicieron en secreto, redes escondidas que tenían como propósito debilitarlo.

Es lo mismo que nos ocurre a la mayoría de los que estamos sufriendo esta calamidad, queremos ser sobrios, tener control de nuestras emociones, y dominar el miedo con el fin de ayudar a las personas que no tienen esperanza, pero aunque quieras todo lo bueno, te darás cuenta que la red del peligro no está totalmente fuera de tu vida, ¿Qué hacemos con ella? David no negó la realidad de su existencia, no se sentía un súper hombre, quería depender de Dios, por eso nos enseña a pedir ayuda. “Pues tú eres mi refugio” Porque tú eres mi fuerza, mi baluarte. Mi esperanza de defensa está en ti, y solo en ti.

“En tu mano encomiendo mi espíritu” El Salvador usó esta expresión cuando estaba en la cruz y cuando estaba a punto de morir: Lucas 23:46 . Pero esto no prueba que el salmo originalmente se refiriera a él, o que él quiso dar a entender que las palabras originalmente eran una profecía. El lenguaje fue apropiado para Jesús,, como lo es para todos nosotros ahora que enfrentamos la muerte y la desolación.

David pidió ser librado de la confusión y el miedo, pidió ser liberado de sus enemigos y sus lazos, pero no para poder vivir para sí mismo, sino para ser usado como siervo de Dios.

¿Te sientes confundido? Quizá las cosas han cambiado tanto que no te acostumbres todavía a la nueva realidad, antes de pensar en lo que ya no disfrutas, te ruego que leas todo el Salmo y medites en tu propósito de vida.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales