Dormir de dolor
- IB La Molina

- 10 may 2021
- 3 Min. de lectura
"Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación." Lucas 22:45-46

La pena que estamos viviendo por la pérdida de personas amadas es muy difícil de soportar, hoy, después de haber celebrado con mucho amor de mi familia el día de la madre, recibí la noticia del deceso de una hermana en la fe, joven que conocí cuando era una muchachita en su primer amor. Sentí tanta frustración de no poder hacer nada. Claro que apenas enfermó intercedí con todo mi corazón por ella, pero los designios de Dios son más altos que los nuestros.
En esta pena busqué en mi Biblia consuelo y Dios me llevó a la ocasión cuando los discípulos cayeron en un dolor tan grande que sólo querían dormir, como para no pensar. El Señor Jesús les había anunciado a sus amigos que pronto sería ejecutado, esta noticia los deprimió, entonces en vez de orar, como el Señor les pidió se quedaron dormidos.
Jesús sí se apartó a otro lugar para orar, pero cuando terminó, vino a los discípulos y los encontró durmiendo de dolor (este detalle solo se encuentra en Lucas) Esto debe haber sido alrededor de la medianoche, por lo que los discípulos habrían tenido sueño, pero no es por eso que estaban durmiendo. Lucas dice que estaban durmiendo porque estaban abatidos por las repetidas predicciones de Jesús de que pronto moriría. ¡Imagínate que tu mejor amigo, tu cónyuge, un hijo, etc. te diga que va a morir en las próximas horas a pesar de que en ese momento están perfectamente sanos físicamente! Los discípulos estaban profundamente desesperados y deprimidos. Hay que ponerse en el lugar de ellos.
Cuando alguien sufre de demasiada tristeza, usualmente los médicos recetan algo para dormir. Y uno de los signos clínicos de la depresión es dormir en exceso, así que imagínense a estos hombres acostumbrados a ver a Jesús, fuerte, sabio, sano diciendo que iba a morir, ¡Y Jesús nunca exageraba ni mentía! así que ya no les quedó nada de ganas de seguir orando. ¡Ya para qué!
Cuando la realidad que vivimos es dura y no hay luz en el horizonte, el fatalismo entra con fuerza, así se sintieron ellos, desgastados por el dolor.
La palabra dolor proviene de la palabra “lupe” que también se traduce como tristeza y pena.
Lupe se usa en la Septuaginta de Génesis 3:16 (dos veces) hablando del dolor literal en el parto, pero la mayoría de los usos del Nuevo Testamento son figurativos, como el dolor en el corazón es decir angustia. Lupe era una palabra que se usaba para las personas en duelo. En griego secular, lupe se usaba a veces para describir el dolor experimentado por el cuerpo físico, pero más a menudo se usaba en sentido figurado para la angustia mental y emocional.
Jesús les había dado una clara orden de orar, pero emocionalmente los discípulos se habían rendido. Esta es una clara enseñanza para nosotros que ahora estamos viviendo todo tipo de dolores, lo mejor no es dormir, sino orar.
Jesús les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.
Jesús sabía que la oración te da las fuerzas para superar las dificultades. Jesús sabía que sus discípulos recién empezarían a padecer por causa de la fe, no era momento de rendirse. Jesús sabía que tu y yo íbamos a pasar por momentos de intenso dolor en este tiempo, y por eso nos hace reaccionar: ¿Por qué duermes? Levántate y ponte a orar.
Cuando estás débil la tentación de perder la fe está a un paso, por eso hay que poner la mirada en Cristo Jesús y clamar con todo el corazón.
Las dificultades que nos golpean no se pueden enfrentar sin oración, Jesús mismo pasó muchos momentos de intimidad con Dios en el monte de los Olivos, tiempos donde sufrió de miedo, y pena, pero no sucumbió a esos sentimientos sino que se aferró al Padre para encontrar la valentía y así cumplir la misión.
Hoy, que estás orando, te animo a perseverar, debes estar despierto para seguir atento a las disposiciones del Señor, y si la respuesta a tu ruego no es lo que pedías, sigue orando, porque aunque ahora no veas con claridad cuál fue su propósito en esa respuesta dolorosa, menos lo entenderás si te dejas dominar por la pena y duermes.
Estamos unidos en el dolor, unidos en el consuelo divino y unidos en oración.
Martha Vílchez de Bardales









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