En el Monte de los Olivos
- IB La Molina

- 31 mar 2021
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“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Mateo 24: 3-13

Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Entonces Él les dijo: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” Los discípulos se quedaron mudos por unos segundos ante esta declaración, pero recuperando el aliento le comenzaron a hacer preguntas a Jesús acerca de su arriesgada profecía acerca de la destrucción del templo.
Como sabemos las autoridades religiosas judías hicieron todo lo posible para obstaculizar el ministerio de Jesús, ahora estando en Jerusalén, ellos estaban planeando entregarlo a los romanos para que sea crucificado. Jesús estaba plenamente consciente de esto, así que tenía que preparar a sus discípulos, equiparlos para tener esperanza, porque la prueba fuerte estaba en camino.
Ante la afirmación de que el templo sería destruido, los discípulos por supuesto, quisieron saber cuándo sucedería: ¿Cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Lo que pasa es que en la cabeza de ellos, ambos hechos estarían juntos, sucederían uno tras otro. Quizá esta idea estaba basada en el contexto del hecho histórico del templo de Salomón, que cuando fue destruido, vino el exilio y el dolor de Israel.
A medida que Jesús respondió estas preguntas hizo comentarios específicos y predicciones sobre el final de los tiempos. Dios quiere que todos estemos preparados para el regreso de Jesús. Él viene de nuevo, y debemos estar listos.
Mirad que nadie os engañe: Desde el principio, Jesús advirtió a los discípulos que muchos serían engañados por falsos profetas. Ha habido tiempos en la historia de la iglesia cuando se hicieron predicciones imprudentes trayendo decepción, desilusión, división de iglesias y formación de sectas.
Mirad que no os turbéis: porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Cosas como los falsos mesías, pestes, hambres y terremotos han marcado la historia desde la ascensión de Jesús, pero no eran señales específicas del final.
Muchos hemos vivido épocas de guerras, terremotos, desastres naturales, hambrunas y ahora esta plaga mundial, es natural creer que el mundo está llegando a su final. Pero Jesús dijo que hay una señal mucho más específica que indicará su regreso
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Después que Jesús ascendió a los cielos al lado del Padre, sus discípulos tenían que estar preparados para la persecución. Pero esta señal no era el anuncio del fin.
“Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” Esta es la señal más fea, incluso más que las plagas y las guerras, porque cuando abunda el pecado, cuando el mundo sin Dios no se arrepiente, los cristianos deben perseverar en el temor y obediencia al Señor, sin embargo, Jesús lo profetizó, que mientras la peste arrecia, el amor (la fe, la esperanza, las alabanzas, el deseo de compartir y el evangelismo) de muchos se apagará.
El gran predicador Spurgeon dijo en un sermón basado en este texto: “Así como toda el agua fuera de un barco no puede hacer daño hasta que entre en el mismo, así las persecuciones externas no pueden dañar a la Iglesia de Dios, pero cuando la maldad se infiltra dentro de la iglesia y el amor del pueblo de Dios se enfría, ah, entonces la barca estará en gran aflicción”.
En esta semana santa debemos orar: ¡Que el corazón de la iglesia esté en pleno avivamiento!, ¡Que los corazones tibios vuelvan a calentarse!, ¡Que la resignación y el dolor por las pérdidas humanas reciban esperanza divina!, ¡Que la frustración por los templos cerrados se vuelva en acción porque nadie detiene la Iglesia de Cristo!
Hermanos amados, cuando el corazón se enfría, todo se hará sin voluntad ni esperanza de fruto. Cuando el amor se reduce a la mínima potencia, ¿Quién puede predicar sin amor ni convicción? Cuando la iglesia se olvida de cantar alabanzas, ¿Cómo se puede mantener de pie una iglesia que tiene almas secas que han dejado de adorar a Dios? Cuando el corazón está frío las manos no encuentran nada en sus bolsillos, y la iglesia, los pobres y los incrédulos se mueren sin salvación. Nada es como debería ser cuando un cristiano se enfría.
Jesús también prometió que, antes del fin, el evangelio será predicado en todo el mundo. Este es nuestro deber y debemos tomarlo en serio. Inmediatamente después del sermón del Monte de los Olivos vino la preparación de la última Pascua y la primera Cena del Señor. Estos fueron los últimos eventos y Jesús preparó a su iglesia naciente para estar preparados. Por favor despierta y ponte atento porque Dios está actuando y debes calentar tu corazón.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales









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