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- IB La Molina
- hace 3 días
- 3 Min. de lectura

“Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.” 1 Timoteo 5:6
Hay palabras en la Biblia que parecen sencillas, pero si las meditamos con calma, nos confrontan con nuestra realidad espiritual. Una de esas palabras es “entregarse”. Pablo la usa en esta carta a Timoteo para advertir de algo peligroso: una persona puede estar viva físicamente, pero muerta espiritualmente, porque su corazón se ha entregado a lo equivocado. Siguiendo con nuestra serie “Mujeres de la Biblia”, esta vez nos adentraremos en 1 Timoteo 5, donde Pablo habla de dos tipos de viudas. Unas se entregaron a Dios en oración y servicio, dejando un legado de fe. Y otras se entregaron a los placeres, apagando su vida espiritual aunque seguían vivas físicamente.
Este pasaje nos confronta sobre a quién entregamos nuestro corazón y nuestro tiempo.
Leyendo este pasaje me entró curiosidad sobre la palabra “entrega” primero en este pasaje es el apóstol Pablo quien da instrucciones a Timoteo sobre el cuidado que se le debe dar a las viudas en la iglesia. Pero de pronto hace una división entre “viudas verdaderas” y las “viudas que se entregan al placer”.
Las primeras fueron elogiadas porque se dedicaban a la oración, la devoción y la dependencia de Dios. Pero las otras eran las que en vez de buscar a Dios, buscaban satisfacción en comodidades, lujos, fiestas o incluso relaciones desordenadas. Entonces Pablo explicó claramente que la que tiene otras prioridades tendrá como resultado la muerte espiritual. Les decía que me llama la atención la palabra “entrega”, en griego, el verbo usado es σπαταλῶσα (spatalōsa), cuyo énfasis en “entregarse” no solo como una acción física, sino una disposición voluntaria del corazón.
Para que sea mas claro Pablo escribe:
Romanos 1:24 cuando dice que Dios hace una entrega a los que no quieren oír el mensaje, (como juicio o disciplina). “Dios los entregó a la inmundicia…”
Romanos 1:26-28 Dios entrega al hombre a pasiones vergonzosas cuando insisten en rechazar la verdad.
Por lo tanto, la entrega es consecuencia del rechazo a Dios. No es que Dios nos quiere “entregados al mal” sino que las personas se entregan por decisión personal, como dice Efesios 4:19 “Los cuales… se entregaron a la lascivia…”
Ahora podemos entender mejor este verso y decir que habían mujeres que por pura decisión personal se entregaron a las cosas de este mundo y por lo tanto perdieron toda relación con Dios, se volvieron apáticas espirituales ya que su mejor deleite era el mundo, la entrega activa y voluntaria a otra cosa que no sea tener una relación personal con Dios las llevó a abrir la puerta al vacío espiritual.
Quizá te preguntes, ¿y eso qué tiene que ver conmigo? No soy viuda ni ando deleitándome en los placeres del mundo, pero debemos reconocer que nuestra tendencia humana es entregarnos a otras prioridades. El problema no es solo “el placer del mundo”, sino qué prioridad gobierna nuestra vida.
Debemos revisar a qué nos estamos “entregando”. ¿A qué me rindo más fácilmente: a la oración o al entretenimiento, a la Palabra o a mis propias distracciones? Entregarme a Dios primero da sentido a todo lo demás.
Recordar la promesa: Jesús dijo en Juan 10:10: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” La verdadera vida solo está en rendirnos a Él.
Mi querido lector he tratado de enseñarte que “entregarse” es un acto de decisión. Nadie se entrega por accidente. Uno decide a qué abre su corazón, tiempo y energía. Y esa entrega revela quién gobierna realmente nuestra vida. Entregarse a algo antes que a Dios trae vacío, desgaste y frustración, porque nada ni nadie puede ocupar el lugar que solo le pertenece a Él. En cambio, cuando nos rendimos primero al Señor, Él mismo acomoda cada área de nuestra vida, suple nuestras necesidades y nos da paz para disfrutar de lo que tenemos.
Escribo esto y le pido a Dios que me ayude a darle siempre el primer lugar, que me ayude a no entregarme a nada que no glorifique su Santo Nombre. Ora también y Dios oirá el deseo sincero de tu corazón.
Oración:Señor amado, enséñame a entregarme primero a Ti y a no poner nada ni nadie por encima de Tu voluntad. Guárdame de distraerme con lo pasajero y ayúdame a vivir de una manera que glorifique siempre Tu Santo Nombre. Amén.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales
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