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Eres lo que quieres ser

  • Foto del escritor: IB La Molina
    IB La Molina
  • 18 mar 2021
  • 4 Min. de lectura

"Aconteció después de algún tiempo, que en los días de la siega del trigo Sansón visitó a su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré a mi mujer en el aposento. Mas el padre de ella no lo dejó entrar. Y dijo el padre de ella: Me persuadí de que la aborrecías, y la di a tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? Tómala, pues, en su lugar. Entonces le dijo Sansón: Sin culpa seré esta vez respecto de los filisteos, si mal les hiciere. Y fue Sansón y cazó trescientas zorras, y tomó teas, y juntó cola con cola, y puso una tea entre cada dos colas. Después, encendiendo las teas, soltó las zorras en los sembrados de los filisteos, y quemó las mieses amontonadas y en pie, viñas y olivares. Y dijeron los filisteos: ¿Quién hizo esto? Y les contestaron: Sansón, el yerno del timnateo, porque le quitó su mujer y la dio a su compañero. Y vinieron los filisteos y la quemaron a ella y a su padre. Entonces Sansón les dijo: Ya que así habéis hecho, juro que me vengaré de vosotros, y después desistiré. Y los hirió cadera y muslo con gran mortandad; y descendió y habitó en la cueva de la peña de Etam." Jueces 15: 1-8



Todos sabemos que es difícil terminar una tarea. Algo que se empieza con mucho entusiasmo, puede en el camino de la misión, encontrarse con dificultades no sólo externas, sino también el cansancio propio del que empezó la obra, pero tan importante como empezar algo es terminarlo.

En la vida del cristiano que recién empieza su caminar como hijo de Dios, también hay mucha voluntad de resistir tentaciones, saltar obstáculos, correr la carrera hacia la santidad, pero todos hemos sentido que esas piedras en el camino a veces son tan grandes, que mejor parece retroceder un poco para no saltar, o dejarse llevar por la corriente para no parecer raro, o peor, tirar la toalla y olvidar su decisión por Cristo.

¡Es muy difícil no sucumbir ante los contratiempos! Si bajamos los brazos ante la dificultad, poco a poco y casi sin percibirlo se va desdibujando la fe, el amor, la voluntad de perseverar en la vida cristiana y eso honestamente, es quizá una de las cosas más graves que nos pueden pasar. Justamente la vida de Sansón nos ilustra la antigua verdad de que un buen comienzo, no garantiza un buen final.

Si pensamos en los ejemplos de la Biblia en cuanto a hombres y mujeres que terminaron su carrera, te sorprenderá saber que son muchos más los que no supieron acabar bien su misión.

Por ejemplo Lot, quien a pesar de haber sido acompañante de Abraham, sin embargo terminó en una cueva, borracho y cometiendo incesto con sus hijas. El rey Saúl también tuvo un buen comienzo, pero se convirtió en un celoso, egoísta y amargado rey que terminó suicidándose, todo por orgullo. El rey Uzías, tuvo un inicio auspicioso, un soberano humilde y obediente, hasta que saboreó el poder y cuando se sintió fuerte, trató de usurpar el servicio sacerdotal, entonces terminó su vida leproso y sólo. David menciona a Ahitofel, su consejero y amigo, pero terminó ahorcándose. Y Demas, el compañero de misiones de Pablo, quien abandonó el ministerio “porque amaba este mundo presente”

Pienso y pienso en Sansón, y me pregunto cómo una persona que fue entregada antes de su nacimiento, un niño consagrado y formado para ser un representante de Jehová pudo terminar mal su carrera. Él, desde el inicio de su carrera fue dándole más valor a sus sentimientos, a sus pensamientos, es decir a su yo, antes que ser fiel a Dios. Sansón se fue en una caída completa cuando cedió a sus pasiones.

Una vez me compré un libro de las mujeres malas de la Biblia, en este compendio de pecados, malas decisiones y vanidad, la autora sincera admitió que se podía sentir más cercana a ellas, que a las mujeres más santas de las escrituras.

Es fácil leer sobre David, Abraham, Isaías, Débora y Moisés y las cosas increíbles que hicieron y pensar: “Yo no creo que pueda parecerme a ellos” Es casi como si leyeras sobre los héroes realmente grandes y creyeras que están en una clase de santos especiales y el resto de nosotros estamos en la clase de personas normales.

Una de las cosas buenas de Sansón es que no hay duda de que no pertenece a los santos especiales. Más bien él pertenece a la gente común (o tal vez a los más débiles). El ejemplo de su vida se parece más a nuestra realidad diaria.

Parece que las mujeres que Sansón eligió tenían un carácter parecido a él. Sino les daban lo que ellas querían, hacían berrinches. La mujer que fue su atracción fatal terminó manipulándolo y peor, dejándolo a él y yéndose con su compañero. Pero después de un tiempo, él sintió nuevamente que necesitaba a su mujer (otra vez movido por sus emociones impulsivas) y se encontró con la realidad que ella ya no le pertenecía. Ahora Sansón ardió en otro arrebato que es el común de los intolerantes, el deseo de venganza.


Los filisteos habían amenazado a la esposa de Sansón de que si no obtenía y revelaba el secreto de su marido, la quemarían a ella y a la casa de su padre. Ella, para salvarse y complacer a sus compatriotas, traicionó a su marido; y ahora, al hacerlo, se trajo sobre sí misma la mismísima fatalidad que con tanto esfuerzo trató de evitar.


Las represalias son una historia sin fin, si crees que le estás dando el merecido a alguien que se merece castigo te equivocas, porque el único que puede dar el merecido es Dios.

Jesús nos dijo que no nos vengáramos ojo por ojo, sino que le demos el control de la situación molesta al Señor. Cuando hacemos esto, actuamos como Dios, quien no tomó represalias en contra del hombre por su pecado y rebelión, pero en lugar de eso dio a su único Hijo para morir por nosotros. De esta historia saco dos lecciones para mi propia vida, quizá tu puedas comprender mejor si lees tu Biblia y meditas a solas con el Señor. Dile al Padre que te ayude a terminar la tarea de la vida cristiana, ser íntegro en todo lo que haces, sirve con amor sin esperar nada a cambio, y no trates de hacer justicia a tu modo, espera en el Señor.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales


 
 
 

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