Esperar en Dios: Una sala que nunca está vacía
- IB La Molina

- 22 ago
- 2 Min. de lectura
Por tanto, digo: El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré! Lamentaciones 3:24

Hoy te escribo desde un lugar muy real para mí: la espera. Llegué hace poco más de tres semanas para acompañar a mi segunda hija en su embarazo. Hoy fuimos nuevamente a la cita médica (la tercera vez ya) y la doctora nos volvió a decir lo mismo: "hay que seguir esperando".
No es fácil esperar. Aunque los médicos aseguran que todo está bajo control, como madre yo quisiera evitarle a mi hija ese tiempo de incertidumbre. La espera a veces desespera, y con ella aparecen pensamientos que no invitamos, pero que llegan y traen temor.
Cuando esto ocurre, vuelvo mis ojos a la Biblia. En Romanos 8:25–26, Pablo nos recuerda que aunque no veamos todavía lo que esperamos, debemos permanecer firmes. Y en nuestra debilidad, el Espíritu Santo nos ayuda e intercede por nosotros. Esta verdad me abraza en medio de las dudas.
He aprendido que la espera no es un pasillo vacío, sino una sala donde Dios se sienta a mi lado.
En esa sala, la fe se vive de esta manera:
Aferrándose a la Palabra cuando la mente se llena de dudas.
Reconociendo que no estamos solos: el Espíritu Santo ora por nosotros, incluso cuando faltan palabras.
Confiando en que Dios sigue obrando, aunque no lo veamos todavía.
En estos días, viene a mi corazón una melodía que me enseña que esperar no siempre es fácil:
“Esperar en ti, difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible, pero mi corazón confiado está en ti, tú siempre has sido fiel, me has sostenido...”
Y ahí entiendo que Dios me dice: Sigue esperando, no con miedo, sino con la confianza de que Yo tengo el control.
Quizá tú también estás esperando: un nacimiento, una respuesta médica, una reconciliación, una provisión. Quiero recordarte que no estás solo en esa sala de espera. Dios está ahí contigo, sosteniéndote, intercediendo por ti y preparando lo que prometió.
La espera puede ser larga, pero no es pérdida de tiempo: es el taller donde Dios fortalece tu corazón y alista la respuesta perfecta.
“Los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31).
Amado, espera con fe. Dios no llega tarde ni se equivoca en su obrar. Mientras esperas, Él te fortalece, te sostiene y te recuerda que su fidelidad es inmutable. Tus tiempos y tu vida están en Sus manos.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales









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