Gente de poca fe
- IB La Molina

- hace 6 días
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Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?”, o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?”. Los paganos andan tras todas estas cosas, pero su Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Mateo 6:30-32

Estos versos me tocaron fuerte el corazón por las palabras directas de Jesús: “gente de poca fe”.
Jesús había enseñado a sus discípulos (en los capítulos 4 y 5 de Mateo) cómo deben vivir los que pertenecen al reino de Dios. En este capítulo le habló a personas que vivían con muchas carencias, agricultores, pescadores, jornaleros, que trabajaban día a día para tener qué comer y vestir. Por supuesto que Jesús no minimizó las necesidades materiales de sus oyentes, pero les enseñó a ver la vida desde una perspectiva celestial: si Dios cuida de las aves y de las flores, ¿cómo no cuidará de sus hijos? Por eso repitió varias veces: “No os afanéis” (no se preocupen, no se angustien).
La preocupación es un estado mental en el que una persona se anticipa a algo negativo o incierto, sintiendo inquietud, ansiedad o temor ante lo que podría suceder.
Dice el diccionario que proviene del verbo “pre-ocupar”, que literalmente significa ocupar la mente antes de tiempo.
En otras palabras, preocuparse es pensar repetidamente en problemas futuros, reales o imaginarios tratando de controlarlos desde el pensamiento, lo que muchas veces nos quita paz, sueño y enfoque. La preocupación es algo que Jesús siempre mencionó como una carga innecesaria.
“¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?” Mateo 6:27
Como madre, soy una campeona en preocuparme (no lo confieso con orgullo), por eso dice mi esposo, que por mucho que me afane no soy capaz de cambiar las circunstancias, al contrario se debilita mi fe y la preocupación distrae mi corazón de confiar en Dios. Por eso Filipenses 4:6 aconseja: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.”
Así, la preocupación se vence cuando la mente que teme se transforma en una mente que ora.
Quizá por esa actitud terrible de ser una madre preocupada, sentí un golpe de espada en el corazón cuando leí: “Gente de poca fe”. Estudie esta frase y les comparto lo que aprendí,cuando Jesús dice “hombres de poca fe”, no está reprendiendo con dureza, sino con ternura. Es como si dijera: “Confíen un poco más en Mí. Ya han visto cómo cuido de ustedes, ¿por qué dudar ahora?”
Tener “poca fe” no significa no tener fe, sino no confiar plenamente. Es la lucha que todos tenemos entre creer y preocuparnos al mismo tiempo. A las madres les pasa mucho esto: creen en el poder de Dios, pero el amor por los hijos hace que el corazón se angustie. Jesús lo entiende perfectamente; por eso enseña que la fe madura descansa en que Dios cuida mejor de los nuestros que nosotros mismos.
Y la otra frase que me hizo avergonzar es cuando dice: “Los paganos buscan todas estas cosas”. Osea que si me afano preocupándome soy igual que una pagana? Les explico, cuando Jesús dice que “los gentiles (o paganos) buscan todas estas cosas”, se refiere a los que no conocen a Dios y creen que su seguridad depende del dinero, del trabajo o de su propio esfuerzo. En cambio, el discípulo de Cristo vive con otra prioridad: confía en que su Padre celestial sabe lo que necesita. No significa que no trabaje ni planee, sino que ya no vive esclavo del miedo o la ansiedad.
Hoy Dios me dijo algo valioso que les comparto con amor a todas las madres: Madre no eres una “madre de poca fe”; eres una madre de corazón tierno que lucha entre la fe y la preocupación. Jesús conoce ese amor profundo que te hace orar por tus hijos y tus nietecitos. Pero tu Padre te invita también a descansar porque él sabe todo lo que ellos necesitan. Queridas hermanas, hay muchas madres como tú, que oran, creen y aún se inquietan. Pero la buena noticia es que la fe crece cuando soltamos y confiamos.
Quizás tú como yo no puedes estar presente todo el tiempo con tus hijos, pero el Reino de Dios sigue actuando: el Espíritu Santo está con tus hijos, con tus yernos, y con tus nietos, confía en su inmenso amor.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales
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