Insultos entre cristianos
- IB La Molina

- 19 may 2021
- 4 Min. de lectura
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Santiago 3:13-18

Todos los cristianos debemos evaluarnos con sinceridad diariamente. Los años que tengas como creyente no te asegura que seas una persona sabia y entendida. Por eso estos versos de Santiago (que va directo al grano) nos pone contra la pared preguntando:
¿Hay alguno de ustedes que sea sabio y entendido? ¡demuéstrelo haciendo el bien y portándose con humildad! Pero si ustedes lo hacen todo por envidia o por celos, vivirán tristes y amargados; no tendrán nada de qué sentirse orgullosos, y faltarán a la verdad. Porque esa sabiduría no viene de Dios, sino que es de este mundo y del demonio, y produce celos, peleas, problemas y todo tipo de maldad.
Creo que en estos tiempos tormentosos de las elecciones, todos deberíamos leer Santiago capítulo tres. Porque la sabiduría se demuestra con la buena conducta. La persona sabia de verdad lo muestra a través de sus palabras, prudencia y comportamiento, todo lo dice y lo hace con humildad, sembrando paz.
La sabiduría se refleja por medio de las acciones. Cuando el creyente es temeroso de Dios, no se deja llevar por el arrebato de su pasión humana, si es sabio, hará o dirá algo porque sabe que es lo correcto en ese momento. Va ante Dios en oración hasta que tenga la certeza de que hablará u obrará guiado por él y que será de ayuda y bendición para las demás personas.
Una persona sabia no es aquel que se jacta de su oficio, quizá por su profesión tenga un gran conocimiento, pero este intelecto no necesariamente tiene sabiduría. La sabiduría es más grande que el conocimiento. Por eso la sabiduría está ligada al temor a Dios y se expresa en los creyentes mediante su forma de proceder:
Un sabio tiene un buen comportamiento. La verdadera sabiduría se parece a la piedad y se demuestra con un carácter dulce y reconciliador.
Sus obras son hechas con mansedumbre. El que es verdaderamente sabio lo evidencia por su manera mansa y pacífica de tratar los conflictos y las pruebas.
Se porta con humildad. Un creyente humilde no es alguien que se resigna a que lo golpeen, ni tampoco alguien débil y sin personalidad. La humildad es depender de Dios en todo, entonces Él te hace fuerte para dominarte y saber responder con sabiduría.
Hoy me quedé sorprendida leyendo en las redes sociales como dos bandos de oponentes “cristianos” discutían entre si, al punto extremo de insultos y adjetivos nada digno de hijos de la luz, si les quitabas el sustantivo “hermano” en sus frases hirientes, podrían pasar por gente sin sabiduría de Dios. Esto es lo que pasa cuando hay conocimiento, pero no hay temor a Dios. Ojo, no es mi juicio personal, es Santiago quien afirma:
“Pero si ustedes están llenos de celos y rivalidad, no tienen por qué dárselas de sabios. Su orgullo es una mentira que oculta la verdad. Esa no es la clase de sabiduría que viene del cielo sino terrenal, producto de la mente; aunque en realidad viene del demonio. Por eso, donde hay celos y rivalidad, también hay desorden y toda clase de mal.
Algunas personas se jactan de tener la razón y condenan e insultan con improperios a quienes consideran equivocados, en su gran sabiduría, se vuelven competitivos y discutidores, arrogantes, orgullosos y llenos de sí mismos. Quieren que la gente los reconozca como los únicos y mejores. Ellos quizá tengan razón, quizá sean muy inteligentes, pero esa inteligencia no es de Dios, porque ya hemos visto que lo que viene del Señor se expresa en humildad.
La sabiduría del mundo es terrenal, es mundana, es lo que todos dicen y hacen sin temor al Señor, sin amor y con ira. La sabiduría del mundo es natural, viene de lo profundo de tu alma, entonces si Dios te pone límites de respeto y prudencia, tu mente natural te dirá: ¡Diles lo que se merecen! ¡Está bien insultar! ¡Ellos son injustos! ¡Tu estás bien, ellos son hipócritas! La sabiduría natural no es piadosa ni procura la paz, su meta es insistir en el tema, odiar a la persona, buscar razones para acusar y culpar.
Y por último la sabiduría del mundo es demoníaca. Así como en el jardín del Edén, Eva fue engañada por el diablo para que siguiera su propia sabiduría en lugar de la sabiduría de Dios. El enemigo de Dios sigue trabajando para que uses el conocimiento alejado del temor a Dios.
La fuente de la verdadera sabiduría viene de Dios, como dice Proverbios 2: 6, “El Señor da sabiduría; de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.”
Pongámonos a orar pidiendo al Señor que nos de la sabiduría que nos falta:
“Pero si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos con generosidad y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5
La oración es un vehículo por el cual Dios te otorgará su sabiduría, pídele de todo corazón que cambie tu manera de pensar, de hablar, de juzgar y exagerar, recuerda por favor que sin temor a Dios no somos nada.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales









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