La aflicción no brota del polvo
- IB La Molina

- 19 abr 2021
- 3 Min. de lectura
“Es cierto que al necio lo mata la ira, y al codicioso lo consume la envidia. Yo he visto al necio que echaba raíces, y en la misma hora maldije su habitación. Sus hijos estarán lejos de la seguridad; en la puerta serán quebrantados, y no habrá quien los libre. Su mies comerán los hambrientos, y la sacarán de entre los espinos, y los sedientos beberán su hacienda. Porque la aflicción no sale del polvo, ni la molestia brota de la tierra. Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción.” Job 5: 2-7

Cuando Job estaba en la prueba más dura que le tocó pasar, sus amigos vinieron para consolarlo, pero poco a poco ese consuelo se volvió más en reprimenda, acusación y juicio, que aliento. Quizá por la conclusión lógica que hicieron de la prueba de Job.
Uno de estos amigos fue Elifaz, él quiso demostrarle a su compañero enfermo, cuáles eran las razones de Dios al castigarlo. Entonces aparece en este texto rogando a su amigo Job que escuchara sus razones y estuviera de acuerdo con su veredicto, vamos a meditar en las razones que dio:
Al necio lo mata la ira: Elifaz no acusó directamente a Job; pero le sugirió que hiciera todo lo posible para no ser un amargado porque a los amargos lo mata la ira.
Sus hijos estarán lejos de la seguridad: Elifaz se refirió con esta afirmación a los hijos de Job, argumentando que el hecho de que un desastre tan grande cayera sobre ellos probaba que eran necios y estaban en pecado.
Porque la aflicción no sale del polvo, ni la molestia brota de la tierra: Elifaz creía que esta aflicción no llegó a Job de la nada; no fue algo que brotó de la tierra. Las aflicciones no solamente brotan como las hierbas en el campo. Lo que Elifaz estaba insinuando es que si uno siembra aflicción, también la cultivará.
Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción: Elifaz quiso decir que las aflicciones no le llegan al hombre de la nada; sino que aparecen como juicio de parte de Dios, o por lo menos porque el hombre ha sembrado aflicciones y ahora las cosecha. Y como es verdad que las chispas se levantan para volar, también es verdad que el hombre nace para la aflicción.
Para terminar su discurso Elifaz le mandó una indirecta final a su amigo y le dijo que debía buscar a Dios: “Ciertamente yo buscaría a Dios, y encomendaría a Él mi causa; el cual hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número” Elifaz dijo esto de manera diplomática, como diciendo que Job no estaba haciendo lo correcto porque no se había arrepentido, ni estaba buscando al Señor en su adversidad.
Elifaz creía que la justicia de Dios, había caído sobre Job porque éste estaba en pecado y no era capaz de reconocerlo. Por eso insistía en que lo reconociera quizá así sería perdonado y todo el mal desaparecería.
El día de hoy somos muchos los que sufrimos la prueba de esta enfermedad, sufrimos la pérdida de seres amados, sufrimos al ver la necesidad de los pobres, la angustia de los que han perdido el trabajo, sufrimos al ver la decepción de los jóvenes y los hogares sin esperanza. ¡Hay tantas cosas que nos hacen sufrir! Pero si nos quedamos con la afirmación de Elifaz tendríamos que hacer una evaluación personal para analizar qué pecados cometimos para merecer este dolor. Y no creo que ese sea el propósito de Dios, “castigarnos”, al permitir esta prueba que hace sufrir a toda la humanidad.
En efecto, la aflicción no brota del polvo, pero si Dios lo permite tiene un propósito perfecto. Dios es un Padre lleno de Misericordia, Gracia, Amor y Perdón. Él tiene un propósito perfecto en cada uno de nosotros, y esta prueba dolorosa debe acercarte más al Señor porque Él mismo te enseñará y te guiará a buenos pastos. Grande es su fidelidad.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales









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