Me devuelven mal por bien
- IB La Molina

- 2 jul 2021
- 4 Min. de lectura
“Me devuelven mal por bien, para afligir a mi alma. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi compañero, como por mi hermano andaba; como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía; me despedazaban sin descanso; como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones. Te confesaré en grande congregación; te alabaré entre numeroso pueblo. No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo. Porque no hablan paz; y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, y digan siempre: Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo. Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día.” Salmo 35.

Los animo a abrir sus Biblias y leer todo este hermoso capítulo. Este Salmo de David está en el grupo que se conoce como Salmos imprecatorios. Se denomina imprecatorios porque contienen expresiones con una aparente actitud vengativa para con los enemigos y además están llenos de súplica por la reivindicación del buen nombre del Señor y no tanto por el alivio personal del escritor.
Cuando defendemos una causa que consideramos justa y se levantan personas que se oponen es difícil guardar la indignación, sin embargo como hijos de Dios sabemos que la Palabra nos enseña cómo responder ante el oponente con prudencia. Muchos cristianos sin embargo, usan los salmos imprecatorios para condenar a sus oponentes, e incluso condenarlos, ¿Será esto agradable a los ojos de Dios?
David en este salmo le pide al Señor que ejecute juicio sobre los enemigos de Dios y sobre los que persiguen a su pueblo justo:
Ataca a los que me atacan, combate a los que me combaten.
¡Preséntales batalla a los que me persiguen!
Pon en completa vergüenza a los que quieren matarme, haz que huyan avergonzados.
¡Que el viento los arrastre como si fueran paja! ¡Que tu ángel los persiga!
¡Que se tropiecen y resbalen en los caminos por donde andan!
¡Que les venga el desastre antes de que se den cuenta!
¡Que caigan en la trampa que quisieron tenderme!
Pon en completa vergüenza a todos los que festejan mi mal.
Cubre de vergüenza y deshonra a los que me creen poca cosa.
Muchos creyentes no se atreverían a orar como lo hizo David, porque el mismo Jesús nunca se expresó de esta manera. Sin embargo, en cierta ocasión, él contó una parábola acerca de una viuda que fue ante el juez y le dijo: "Hazme justicia de mi adversario". Ese juez se demoró mucho en atender su caso, pero finalmente se ocupó de ella. Dios no es un juez duro e insensible, el Padre es Compasivo con sus hijos, por eso cuando venimos con nuestras quejas y dolores Él escucha todo con atención y nos defiende. ¿Se dan cuenta que podemos darle al Señor, cual Salmos imprecatorios nuestros lamentos, disgustos, penas y contrariedades? El enemigo no es una persona, el enemigo es el diablo.
Pablo dio a los cristianos el siguiente consejo en Romanos 12:19: No os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor."
“Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno.”
Pero en este salmo imprecatorio no todos son pedidos de castigo, David recuerda con dolor que justamente los que procuraban su mal eran las personas a las que él había hecho bien. “Me devuelven mal por bien” Esto fue lo que sucedió en el propio Cristo Jesús, cuando delante de Poncio Pilato, toda la gente que recibió sanidad, enseñanza buena, milagros de provisión, etc. no hizo nada por defenderlo sino que gritaron: ¡Crucifícale! ¡Mátalo! La ingratitud causa más dolor que un golpe en la cara.
David les había dado un amor sincero a sus amigos, oró por ellos, ayunó cuando estaban enfermos, clamó por su sanidad y liberación, pero ellos lo abandonaron, incluso lo tomaron como objeto de burla, en aquella época eran contratados bufones para que divirtieran a los huéspedes en algún banquete. En este caso, imagina bufones que se burlaban de David por haber huido y esconderse del rey Saúl. Quizás hasta se burlaron de él por haber vencido al gran gigante Goliat, y luego tenerle miedo a Saúl. ¡David tenía tantos motivos para orar pidiendo la venganza divina! Pero el Señor Jesucristo recibió ese mismo trato, y aún peor hasta el extremo que entregó su vida por todos nosotros.
Siempre en este mundo aparecerán odiadores, gente ingrata, acusadores mentirosos, egoístas y orgullosos, que achacarán a los hijos de Dios de todo tipo de maldad, esa forma de actuar no debería sorprendernos demasiado.
Es una consecuencia natural de la maldad humana que, cuando se siente fuerte, aplasta a sus semejantes sin un ápice de piedad. Pero los cristianos que tienen una relación sincera, humilde y continua con el Señor por haber confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, tendrán la presencia del Espíritu de Dios en sus corazones, por eso aún en las circunstancias más opresivas de esta vida podrán seguir orando confiados que Dios los defiende.
"Porque no hablan paz; y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas."
Es duro sentirse acusado, menospreciado, y burlado por quienes amas, pero como hijo de Dios, recuerda siempre que el Amor cubre multitud de faltas, dale al Señor tus quejas, cuéntale tus penas, y descansa en su Justicia. Y como David alaba al Señor: "Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día."
Seguimos en el Quinto día de ayuno y oración por el Perú.
Martha Vílchez de Bardales









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