No te hagas el sordo con Dios
- IB La Molina
- 19 jul 2021
- 4 Min. de lectura
“¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.” Jeremías 6:10

¿Amas la Palabra de Dios? Si la amas la leerás con hambre de conocer la voluntad de Dios, si la amas querrás obedecer lo que Dios te pide. En este capítulo podemos ver que la nación elegida había dejado hace mucho de amar el mensaje del Señor y las consecuencias por ese abandono fueron terribles.
Jeremías trató de dar la palabra de Dios a una nación que parecía sorda, que frustración debió sentir el profeta; él hablaba, pero nadie escuchaba. Los oídos de Judá estaban tapados para las cosas espirituales, ellos se habían acostumbrado a oír sólo cosas mundanas, por eso las exhortaciones y llamados al arrepentimiento les parecían cosas que no merecían importancia.
Sinceramente ese es un temor que no quiero tener, pero que aparece cada día en mi corazón, tengo miedo por los niños, adolescentes y tantos jóvenes que dejaron de congregarse por las repetidas cuarentenas y los templos cerrados, me asusta pensar que todo ese tiempo no hayan leído la Biblia, que las opciones cristianas hayan sido relegadas por otras atracciones y por eso se hubieran olvidado de amar a Dios. Sólo puedo seguir orando para que sus padres los ayuden a volver a Dios.
Vuelvo con Jeremías, Jeremías sentía que estaba hablando a oídos “incircuncisos” así que, como eran sordos, no había razón para que él trabajara más en tratar de reformar al pueblo. Era muy triste que ellos no quisieran escuchar la voz de Dios, que sin embargo todavía estaba listo para reconciliarse con los judíos, si se arrepentían. Pero Judá tenía los oídos incircuncisos.
¿Cómo son los oídos incircuncisos? En el Antiguo Testamento se menciona muchas veces acerca del corazón y los labios incircuncisos, pero esta es la única vez que habla acerca del oído incircunciso.
“yo también habré andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su pecado.” Levítico 26:41
“incircuncisos de corazón e incircuncisos de carne, para estar en mi santuario y para contaminar mi casa; de ofrecer mi pan, la grosura y la sangre, y de invalidar mi pacto con todas vuestras abominaciones.” Ezequiel 44:7
“He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar.” Jeremías 6:10
También el diácono Esteban delante del Concilio judío usó también las palabras de Jeremías:
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.” Hechos 7:51
Parecía que los religiosos del libro de Hechos estaban igual que sus antepasados porque no querían oír el mensaje del evangelio que les estaba siendo declarado. Casi 20 veces en el Antiguo Testamento, Dios llamó a los de Israel duros de cerviz.
Jeremías desempeñó su oficio profético con valentía, pero en este pasaje parecía frustrado porque aunque intentó hacerse entender terminó preguntándose ¿Con quién hablaré? ¿Y a quién le reclamare? ¿Entienden la exhortación que les estoy dando? La gente estaba tan entregada a la impiedad, que Jeremías gastó su esfuerzo en vano, porque mientras se esforzaban por reformarlos, su labor no tuvo ningún fruto, porque todos los judíos eran sordos.
El oído incircunciso es el que rechaza toda Palabra de Dios y un corazón incircunciso es desobediente y orgulloso. El que tiene los sentidos incircuncisos es terco para la verdad de Dios pero parece hambriento para seguir sus propias concupiscencias y deseos. Para los judíos era un insulto que los llamen incircuncisos porque justamente esa era la marca de su identidad ante otras naciones, por esta señal ellos se consideraban elegidos y pueblo de Dios. Pero hace mucho que ellos convirtieron la circuncisión en sólo un rito, por eso el profeta los despojó de esta vana presunción llamándolos incircuncisos de corazón y de oídos.
El signo externo no es nada en sí mismo, cuando se desprecia el verdadero valor del temor a Dios. Ahora podemos entender el significado de este texto y también la razón por la cual las Escrituras hablan tanto de la incircuncisión de los corazones y oídos, y fue esto: probar que los judíos eran culpables de profanar esa señal, que debería haber sido una prenda de su adopción, y haber servido como profesión de una nueva vida. Pero también es una señal para nosotros de no volvernos indiferentes al llamado de Dios.
Dios nos ha dado varias marcas espirituales cuando nacimos de nuevo, una nueva mente, un nuevo corazón, el deseo de adorar, alabar, obedecer y servir en su obra, y muchas cosas más. Pero todo lo que nos ha dado no es algo que sirva de adorno como algo religioso que sólo sirve para distinguirnos de otros, estos regalos divinos deben ser alimentados cada día amando la Palabra de Dios, obedeciendo sus mandamientos, poniéndolos en práctica con amor.
Que Dios nos ayude a ser oidores y hacedores de la Palabra de Dios.
Martha Vílchez de Bardales
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