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No temas, cree solamente

  • Foto del escritor: IB La Molina
    IB La Molina
  • 20 may 2021
  • 3 Min. de lectura

"Todavía estaba hablando Jesús cuando alguien llegó de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle: Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro. Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada." Lucas 8:49-50




Cada día recibimos pedidos pidiendo oración, la mayoría de estos son motivos de salud. Es difícil ponerse en el lugar de los parientes y amigos que están sufriendo la prueba de ver a sus amados al borde de la muerte. Siento en los mensajes la desesperación, sobre todo cuando el paciente es un joven hijo, un adolescente o un niño.

En la historia del evangelio de Lucas, podemos ver a un padre que le fue anunciado el fallecimiento de su pequeña de sólo doce años. Si tienes hijos, ponte las sandalias de Jairo cuando escuchó estas palabras. Mientras ella todavía estaba viva, tuvo la esperanza de que Jesús pudiera sanarla. ¡Pero ahora estaba muerta! ¡Imagínese el dolor que recorrió todo su ser!

La mayoría de nosotros, como padres, preferiríamos morir antes que uno de nuestros hijos muriera. Nuestras esperanzas para el futuro están ligadas a nuestros hijos y sus hijos. Si mueren, la esperanza muere. El futuro parece sombrío sin ellos.

En el caso de Jairo, él hizo todo lo posible para llevar a Jesús a su casa con tiempo, pero no contaba que en el camino, la multitud que rodeaba a Jesús dificultaría el viaje, no sólo eso, también una mujer que sufría de flujo de sangre lo detuvo ¡Pobre Jairo! Durante todo este tiempo, tiempo perdido para un padre desesperado, su hija estaba luchando para vivir, pero cada minuto la vida se le iba desvaneciendo. Debe haberlo torturado ver a Jesús tomando tiempo para ministrar a esta mujer del flujo de sangre mientras su hijita sufría.

Cuando Jesús ya estaba listo a seguir en el viaje, alguien vino de la casa para anunciarle a Jairo: “Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro.

Esta noticia sonó como una sentencia final. Ya nada es posible, Dios dio y Dios quitó. La esperanza de Jairo fue demolida. Debe haber pensado: “Sabía que esto estaba tomando demasiado tiempo. Sabía que Jesús no debería haber perdido su tiempo con esta mujer enferma. ¡Ahora perdí a mi pequeña!

Jesús mira siempre el corazón, él escuchó sus pensamientos de dolor, así que miró a Jairo y le dijo: No temas. Cree solamente.

¿Cómo no iba a temer? Cualquiera estaría desesperado y gritando de dolor, muerta para siempre su esperanza. Pero Jesús sabía que el miedo y la fe no van de la mano.

Es como si Jesús le hubiera dicho a Jairo: ¡Deja de temer en lugar de creer! En la realidad que ahora vivimos siempre hay gente fatalista, amigos que te dicen que seas realista y que vayas aceptando el final dramático. La resignación no es un acto de fe, como creyentes en un Dios Vivo que sigue actuando con poder, porque Él no ha cambiado, es el mismo ayer, hoy y por los siglos, nosotros que creemos tenemos que desechar el miedo y creer y seguir creyendo en su Bondad y Amor.

El Señor con total calma, aunque oyó a los mensajeros oscurecer con sus malas noticias la fe de Jairo, Jesús se negó a aceptar a los heraldos de la fatalidad, los mensajeros de la desesperación. Entonces le dijo a Jairo que haga lo mismo: Cree solamente

Un poco difícil no tener miedo, ¿Cómo se hace para no desesperarse cuando te dan una noticia como esa? Jairo tenía mucho miedo. Y no es fácil expulsar el miedo. Pero si Jesús dijo que si se puede, ¡Si se puede!

La única manera de desechar el miedo es creyendo firmemente en la Presencia de Cristo en tus momentos de prueba, creyendo en las promesas divinas cuando todo parece perdido, creyendo en la piedad y el poder de Dios cuando nadie más te ayuda. Cuando escuchas y sabes que la realidad es funesta, necesitas sacar lo negativo repitiendo con fe las promesas de Dios. Cuando los creyentes depositan su confianza en Dios son librados.

Todos los días recibo malas noticias de enfermos, falta de oxígeno, saturación baja, falta de dinero, pocas provisiones, secuelas graves y muerte. Ante estas realidades naturales tengo que creer en las promesas de Dios y orar echando fuera el miedo, orar con confianza que la Misericordia del Señor no fallará. Únete a esta oración de fe y ora con todo tu corazón.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales


 
 
 

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