Pensar sin malicia actuar sin maldad

"Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor." 1 Pedro 2: 1-3

“La malicia es una actitud que denota la maldad e implica la presencia de una conducta negativa en el sujeto, carente de bondad, afecto y caridad hacia el entorno físico y humano que lo rodea. Así, puede entenderse a la malicia como una tendencia consciente y deliberada a hacer el mal, sin tomar en cuenta las consecuencias negativas que suelen acarrear este tipo de conductas, ya que lo que se persigue es siempre la concreción de los objetivos propios.” (Juanjo Dioses)

El apóstol Pedro nos dice claramente que un cristiano debe desechar estas actitudes porque no son propias de alguien que ha nacido de nuevo. La malicia es un deseo de hacer mal a alguien o de actuar en forma mala hacia alguien. ¿Cómo podemos calcular hacer algo malo a nuestro hermano si somos hijos de Dios?

Sin embargo la malicia parece que convive con nosotros porque se ha revestido de supuesto "discernimiento", "precaución", "buenos sentimientos" o "buenas intenciones". Por eso una esposa "piensa con malicia" de su esposo por algo que hizo y no le pareció bien, o el padre piensa con malicia de su hijo porque ya antes había dado muestras de inmadurez, o un creyente piensa mal de otro creyente porque le parece que tiene otras intenciones en lo que está haciendo. ¿Será correcto que los hijos de Dios nos volvamos a poner los trajes inmundos de la malicia?

Kakia es malicia en griego, por ejemplo:

• Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. 1Co 5:8.

• Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.1Co 14:20.

• Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. Col 3:8.

• Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Tito 3:3

En otros textos Kakia es traducida como maldad, entonces malicia y maldad son dos palabras que expresan actitudes que los cristianos deben abandonar porque son opuestas a la nueva vida que hemos recibido en Cristo Jesús, entonces en vez de pensar con malicia debemos desear como niños recién nacidos, la leche espiritual, no adulterada.

Es maravilloso que el Señor nos haya dado la capacidad de sentir y pensar de una manera diferente a lo que somos de forma natural o aprendimos desde pequeños, si antes pensábamos mal de todos y de todo, ahora en el Señor podemos decidir dejar que esta naturaleza nos gobierne, ahora tenemos la capacidad habilitada por el Espíritu Santo de echar fuera esos pecados que menciona Pedro, como mentiras, envidias, hipocresía, chismes o el juzgar a los demás.

Antes de nacer de nuevo, esas maldades eran nuestra ropa, lo que nos definía como gente maliciosa y envidiosa, esta forma de ser nos hacía gente prejuiciosa y conflictiva, pero ahora, que Cristo nos unió a su familia espiritual, tenemos la obligación de desechar estos pecados, ellos ya no deben tener poder sobre nosotros.

La familia será diferente si los conyugues dejan de pensar con malicia uno del otro, los hogares serán santos, si los padres quitan los prejuicios de sus hijos y los ven con amor y perdón, nuestro país será diferente si en esta votación presidencial dejamos de juzgar el voto del otro ciudadano y mejor nos dedicamos a orar que Dios nos ayude a decidir bien.

Estas cosas malas como la malicia, la envidia, la hipocresía, la mentira y la religiosidad, impiden que crezcamos como hijos de Dios, pero si anhelamos la verdad de la Palabra de Dios, si la buscas con todo el corazón, ella será tu alimento y hará que seas limpio de esas cosas porque la Palabra penetra y cambia todo nuestro ser, eliminando primeramente todo pensamiento ocioso.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales