Rechazaron a Dios

“La palabra del Señor vino a mí: Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor: Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. Israel estaba consagrada al Señor, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de ella sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad, afirma el Señor. ¡Escuchen la palabra del Señor, descendientes de Jacob, tribus todas del pueblo de Israel! Así dice el Señor: ¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados, que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras lo que nada vale, y en nada se convirtieron.” Jeremías 2:1-5

Jeremías tuvo el difícil trabajo de hablar llamando la atención de la nación, ellos habían sido infieles, y era tarea del profeta mostrar el corazón de Dios. Los siervos de Dios no tienen una tarea fácil, exhortar, corregir y encaminar a la iglesia no es fácil, será por eso que algunos han preferido ser suaves o darle a la gente lo que les gusta y no exige con tal de no perder su audiencia.

Pero Jeremías, a pesar de su carácter y personalidad sensitiva y tierna tuvo que trajinar durante más de cuarenta años proclamando un mensaje de condenación al pueblo obstinado de Judá que no quería arrepentirse, no fue nada fácil para él hacer este trabajo, lo imagino con el corazón roto, porque fue testigo del dolor de Dios y la frialdad de la nación.

Este hombre sensible recibió la fortaleza de Dios para decir lo que en el fondo no quería hablar, tuvo que reprender al pueblo una y otra vez porque ellos se olvidaron de todo lo que Dios había hecho por ellos, pero ojo, no eran culpables sólo el vulgo, los sacerdotes y líderes civiles también abandonaron al Señor y lo suplantaron con un sistema corrupto y pagano, copia de las naciones ateas y administraciones que ellos mismos se inventaron.

Dios mismo puso las palabras en boca de Jeremías, “así dice Jehová, me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio” El peor insulto que un cónyuge le puede dar a su pareja es ignorarla, esto se siente como rechazo y falta de amor. Insultas al Señor cuando ignoras su llamado, cuando ya no te importa leer la Palabra, cuando rechazas las invitaciones a orar, cuando ni quieres congregarte viendo una transmisión del culto por internet. Dios habló con su nación y le habló como si fuera alguien que ha sido abandonado, olvidado, rechazado. Y Dios te habla hoy a ti también por este humilde devocional.

Dios le hizo recordar a Israel su amor y fidelidad primera, en realidad le pidió que recordara la época de la primavera de su relación con Él, cuando los sacó de la tierra de Egipto, y les dio la columna de fuego por la noche y la columna de nube durante el día. Y en aquel desierto terrible y espantoso, cuando ellos buscaron al Señor, Dios casi de inmediato los protegió.

Pero Dios también les hizo recordar que él los libró de sus enemigos una y otra vez, entonces ¿por qué lo abandonaron? ¿acaso, fue el Señor infiel con ellos? ¿Qué injusticia vieron en mí sus antepasados, que se alejaron tanto de mí? ¿Qué justificación tuvo Israel para volverse idólatra? ¿Acaso el Señor hizo algo que los llevara a tomar ese camino?

¿Quién se puede atrever a culpar al Señor de sus propios pecados, de sus malas decisiones, de sus pésimos hábitos? Santiago dice “cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido” Santiago 1:14.

Sería una completa insensatez acusar al Señor de las plagas y las enfermedades mortales, de la maldad de este mundo, del cambio climático, etc. Es una necedad echarle la culpa a Dios de la pobreza, de hijos lejos de la fe, de los matrimonios destrozados. ¿Acaso es Dios el culpable de estas cosas malas?

“Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”

Aquí se resumen los dos males cometidos por los israelitas. En primer lugar, rechazaron al Señor, la fuente del agua de vida. En segundo lugar, cavaron cisternas para ellos mismos, cisternas rotas que no podían retener el agua. La deslealtad y la ingratitud son pecados absurdos porque ciegan los ojos. Israel se alejó de Dios, se hizo otros dioses y esa misma falta la cometemos cuando suplantamos los tiempos con Dios por otras cosas como el trabajo, los estudios, o el ver televisión (esas son nuestras cisternas rotas) en vez de buscar al Señor en oración.

Creo que la humanidad completa ha recibido la oportunidad de ver que las cisternas que se hicieron, llámese placer, egoísmo, vanidad, etc., no les sirvieron de nada cuando vino la pandemia. Sus cisternas no pudieron satisfacer ninguna de sus necesidades. Cuando un ser humano rechaza a Dios, siempre creará un ídolo personal creyendo que es mejor al Señor . Cuando las personas fabrican su propio dios, lo hacen a la medida de sus antojos carnales, de sus pasiones, de sus deleites. El mundo hace un dios que complazca sus demandas, que agrade al ser humano natural. Pero nada ni nadie puede suplantar a un Dios Verdadero que ama verdaderamente a su creación. A nosotros el Señor nos dice:

"Tu maldad te castigará, tu infidelidad te recriminará. Ponte a pensar cuán malo y amargo es abandonar al Señor tu Dios y no sentir temor de mí —afirma el Señor, el Señor Todopoderoso—."

Desplazar a Dios por otras cosas es lo mismo que rebelarse contra el Señor. Que Dios nos ayude a no caer en esta ignorancia.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales