Tres hijos, tres corazones

“Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres fueron los hijos de Noé, y de ellos se pobló toda la tierra. Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera."

En una generación corrompida por la violencia y el pecado, Dios escogió a Noé por su justicia y comunión con Él. Gracias a este padre temeroso de Dios su familia fue bendecida por la fidelidad de un solo hombre, y juntos participaron en el plan de salvación del mundo antiguo. Podemos entender entonces que Dios no solo salva individuos, sino familias que responden a Su llamado. En mi caso particular, fue mi abuela la primera que vino a los caminos de la fe en Jesucristo, luego mi madre y mi padre, y mis 10 hermanos, entonces hemos podido ver generaciones de hijos de Dios que recibimos ese legado espiritual.

Noé y su familia fueron la semilla de una nueva humanidad. Después del diluvio, la vida cambió: Noé había sido un varón justo y perfecto en sus generaciones (Génesis 6:9), un siervo fiel que obedeció a Dios y salvó a su familia. Pero después del diluvio, la vida cambió: “Comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña” (Génesis 9:20). Esto nos muestra que Noé retomó la vida agrícola, y de esa cosecha preparó vino. Sin embargo, el vino fermentó y él se embriagó, cayendo en una situación de debilidad y deshonra. “Y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda”. Esta situación nos muestra que incluso los hombres más piadosos pueden cometer errores si bajan la guardia espiritual. Noé no pecó al plantar la viña, sino al perder el dominio propio y exponerse en su desnudez. Y entonces Cam descubrió a su padre durmiendo y desnudo: “Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera” Génesis 20: 22. 

Sem y Jafet fueron invitados por Cam para ver la indignidad de su padre, pero ellos mostraron respeto y reverencia al cubrir la desnudez de su padre, caminando hacia atrás para no verlo. Esto simboliza la actitud del hijo espiritual: no se deleita en la vergüenza o las debilidades del padre, sino que las cubre con respeto y amor, preservando la honra familiar y el propósito divino.

Por eso cuando Noé pronunció la bendición en Génesis 9:26 diciendo: “Bendito sea Jehová, el Dios de Sem,” dejó establecido algo profundo: no sólo bendijo a Sem como persona, sino que declaró que el Dios verdadero también era el Dios personal de su hijo y por lo tanto el pacto se mantendrían a través de su línea. La honra abre los canales de la bendición. Sem no fue bendecido por ser perfecto, sino por su disposición a honrar al padre que Dios le había dado, incluso cuando éste falló. Esa actitud de honra es la que Dios recompensa con bendición generacional. 

Pero Cam fue el hijo que deshonró a su padre. Su nombre significa “estar hirviendo”, revelando una naturaleza impetuosa, pasional, sin dominio propio. Cam ayudó en la construcción del arca y en la preservación de la vida, pero reveló una falta de respeto y reverencia hacia su padre. En Génesis 9:22-25, cuando Noé se embriagó, Cam vio la desnudez de su padre y se burló, en lugar de cubrirlo. Su pecado no fue una simple mirada, sino una actitud de desprecio y falta de honra. El verbo “vio” en hebreo (ra’ah) no solo significa mirar, sino mirar con complacencia, burla o morbo. Cam no actuó con respeto ni compasión; en lugar de cubrir a su padre, se burló y lo expuso. La maldición sobre su descendencia, sería entonces la actitud de irrespeto y desprecio que se repetiría en sus hijos (los cananeos fueron pueblos idólatras y corrompidos moralmente). Su falta no fue accidental; fue una falta de honra, un corazón que no supo cubrir el error del padre sino que lo amplificó. La Escritura enseña: “El amor cubrirá multitud de faltas” (1 Pedro 4:8). Cam, en cambio, descubrió lo que debía cubrir. Su descendencia heredó esa actitud: pueblos que se apartaron de Dios y se caracterizaron por la idolatría. Representa al hijo carnal, que critica, expone y pierde el temor de Dios. Su actitud trajo maldición sobre su descendencia (Canaán).

La deshonra rompe los puentes y apaga la bendición.  Dios no pide hijos perfectos, sino hijos con respeto y misericordia, capaces de ver la fragilidad de los padres sin juzgarla. Jafet: el hijo de la expansión. Su nombre significa “ensanchamiento” o “amplitud”.  Jafet actuó junto a Sem para cubrir a su padre. Y Noé profetizó sobre él: “Engrandezca Dios a Jafet, y habite en las tiendas de Sem” (Génesis 9:27). Sus descendientes poblaron gran parte de Europa y Asia. Representa la extensión de las bendiciones de Dios hacia las naciones que luego serían alcanzadas por el Evangelio (Romanos 11:11-12).

Lecciones espirituales:

1. Todos los padres tienen momentos de debilidad. Noé fue un hombre justo, pero tuvo una caída y Cam solo vio el error; Sem y Jafet vieron la persona.

2. La honra cubre, el desprecio expone. Dios honra a los que honran (1 Samuel 2:30). Cuando un hijo se burla, critica o desprecia a sus padres, levanta una muralla que corta el fluir de bendición.

3. El amor verdadero no niega el error, pero lo cubre con gracia. Así como Jesús cubrió nuestra vergüenza en la cruz, nos llama a cubrir con amor las debilidades de otros.

4. Dios bendice a las generaciones que honran su nombre, como hizo con Sem. Lo que Dios nos enseña: El carácter se revela en cómo tratamos la debilidad de otros. Sem cubrió.  Cam expuso y Jafet acompañó. 

Dios sigue buscando hijos con el corazón de Sem y Jafet: que sepan cubrir, honrar y caminar en unidad. Así como después del diluvio Dios probó los corazones, también hoy nos llama a responder con gracia, respeto y fe dentro de nuestras familias.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales

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